Con apenas 9 y 10 años, los alumnos de 4º año de la Escuela Nº 8 de Paysandú sorprendieron al país con su proyecto “Huerta hidropónica, eco reto, sostenibilidad”, una iniciativa que combina ciencia, tecnología y conciencia ambiental. Bajo la guía de la maestra Carolina Téliz, los niños Pilar y Dante presentaron este trabajo a los Premios NODO del Plan Ceibal, logrando ser reconocidos entre los 10 proyectos más innovadores de todo Uruguay.
Todo comenzó con un problema cotidiano dentro del propio centro educativo: la falta de espacio al aire libre y de horas de luz natural para cultivar plantas. Lejos de rendirse, los alumnos decidieron buscar una solución desde la investigación y la creatividad. Así, exploraron diferentes métodos de cultivo alternativos y descubrieron la hidroponía, una técnica que permite el crecimiento de las plantas sin necesidad de tierra, utilizando agua con nutrientes.
La maestra Carolina Téliz explicó que el proyecto surgió de la curiosidad de los estudiantes por resolver un desafío real.

“Partimos de un problema concreto en la escuela: no tenemos suficiente espacio ni muchas horas de sol. A partir de ahí, los niños investigaron, formularon hipótesis y encontraron respuestas a través de la tecnología y la ciencia”, señaló la docente.
Pero el trabajo fue más allá del cultivo hidropónico tradicional. Los alumnos incorporaron un robot que aporta riego y luz artificial, asegurando que las plantas puedan crecer incluso dentro del salón de clases. El pequeño dispositivo fue diseñado para encender lámparas LED y activar el sistema de riego automáticamente, simulando las condiciones naturales que las plantas necesitan para desarrollarse.
Ciencia, tecnología y compromiso ambiental
A lo largo del proceso, los niños aprendieron no solo sobre biología y robótica, sino también sobre sostenibilidad. Investigaron cómo reutilizar residuos orgánicos para nutrir las plantas, utilizando lombrices californianas en un compost fabricado por ellos mismos. De este proceso obtuvieron un líquido llamado lixiviado, rico en nutrientes, que utilizaron como fertilizante natural en el sistema hidropónico.
Dante explicó durante la presentación:
“Las lombrices comen cáscaras de frutas y verduras. De ahí producen un líquido que usamos para alimentar las plantas. Es como si fuera la tierra, pero en el agua”.
El proyecto integró conocimientos de ciencias naturales, tecnología, matemáticas y trabajo en equipo. Los alumnos debieron programar el robot, medir niveles de agua, controlar los tiempos de exposición a la luz y registrar los resultados de crecimiento de las plantas.
La maestra destacó la importancia de este tipo de experiencias educativas:
“Los niños desarrollaron habilidades esenciales para el siglo XXI: innovación, creatividad, pensamiento crítico y trabajo colaborativo. Aprendieron a escuchar al otro, a sumar ideas y a transformar un problema en una oportunidad”.
Un aula que inspira a otras escuelas
La “Huerta hidropónica eco reto” no solo logró mantener plantas vivas en un ambiente cerrado, sino que se transformó en una experiencia educativa inspiradora para toda la comunidad. La Escuela Nº 8 planea compartir la experiencia con otros centros de Paysandú y fomentar el uso de la robótica en proyectos ambientales.
El reconocimiento en los Premios NODO del Ceibal confirma que la innovación no depende de los recursos, sino de las ideas. En palabras de Carolina Téliz:
“Detrás de este proyecto hay mucho entusiasmo, curiosidad y trabajo en equipo. Los niños demostraron que con creatividad se puede hacer ciencia desde cualquier rincón del país”.
Mientras tanto, Pilar y Dante ya piensan en nuevos desafíos: mejorar el diseño del robot y ampliar la huerta para cultivar más especies. Con su entusiasmo contagioso y su compromiso con el medio ambiente, estos pequeños científicos sanduceros dejan una gran enseñanza: la sostenibilidad y la innovación pueden nacer en el aula, cuando se siembran con curiosidad y se riegan con conocimiento.











