Vecinos del Barrio Obrero exigen la expropiación para recuperar la única plaza de la zona

Vecinos del Barrio Obrero exigen la expropiación de la Plaza de Palos, el único espacio verde de la zona, vendido a un particular. Reclaman que la Intendencia actúe y devuelva este lugar clave para la vida comunitaria.

Actualidad07 de julio de 2025Jean Pierre DutraJean Pierre Dutra

La Plaza de Palos, ubicada en el corazón del Barrio Obrero, fue durante 37 años el centro de encuentro y recreación de la comunidad. Sin embargo, desde su desmantelamiento hace un año, los vecinos se han visto privados de su único espacio verde y de convivencia. Ante esta situación, vecinas y vecinos, entre ellos Mirna Otormín, Ariel Cruz y Silvia Ponzoni, siguen luchando para lograr que la Intendencia expropie el terreno y devuelva la plaza a la comunidad.

Actualmente, el terreno está en manos de un particular, Juan Pablo Fornio, quien lo adquirió legalmente luego de que no se declarara como bien público en el pasado. Este hecho generó un profundo malestar y desconfianza en los vecinos, quienes señalan que la Intendencia anterior cometió el error de no proteger formalmente el predio, lo que permitió su venta.

"Legalmente sigue siendo de propiedad de este señor y eso nos genera una gran inseguridad. Para nosotros, la única solución es la expropiación, que la plaza pase de vuelta a ser un bien común, de uso público, donde se ponga por encima el valor social y comunitario", expresó Mirna Otormín, una de las vecinas que lidera la movilización.

La plaza no era solo un lugar para el juego y el descanso, sino también un espacio donde se realizaban actividades deportivas, encuentros de instituciones religiosas, eventos de salud y reuniones barriales. “Todas las tardes estaba llena de niños, familias, jóvenes. Era el centro de la vida del barrio”, afirmó Silvia Ponzoni.

Ariel Cruz, por su parte, explicó que no existe ninguna otra plaza o espacio verde en varias cuadras a la redonda. “De Boulevard al este, de calle Alto al sur y de República Argentina al norte, no hay otro lugar verde, no existe. Este era el único lugar para los niños, para las familias, y tampoco hay otro terreno disponible para colocar una plaza nueva”, recalcó.

Los vecinos sostienen que el argumento de la Intendencia para no expropiar resulta poco claro. Si bien reconocen que legalmente el terreno figura como un "terreno común", afirman que la Intendencia actual tiene en sus manos la solución: declarar la plaza como bien público y avanzar en la expropiación.

"Nos dicen que se está evaluando, que se va a estudiar, pero mientras tanto el barrio sigue sin plaza y las promesas se quedan en palabras", agregó Cruz. Además, subrayaron que la comunidad ya ha presentado firmas, organizado reuniones y hasta entregado documentos a autoridades departamentales y nacionales. Sin embargo, hasta hoy no han recibido una respuesta concreta ni un compromiso firme.

Los vecinos también destacan que se han realizado expropiaciones en otros casos, incluso más recientes, por lo que consideran que en este caso hay una falta de voluntad política. “Hay terrenos que se han expropiado para proyectos de UTE o para otras obras públicas. Entonces, ¿por qué no se puede con nuestra plaza? La diferencia es que esta afecta directamente a las familias y los niños del barrio”, cuestionó Ponzoni.

Además de la importancia recreativa y social, los vecinos hacen hincapié en el valor simbólico y emocional de la plaza. Para muchos niños y jóvenes, fue el lugar donde crecieron y donde se crearon lazos de amistad y comunidad. La pérdida del espacio ha afectado directamente la vida barrial y ha dejado un vacío difícil de llenar.

Los vecinos aseguran que seguirán insistiendo y golpeando puertas hasta lograr que la Intendencia actúe y devuelva el espacio al barrio. “Esto no es solo un reclamo de un grupo pequeño. Es el pedido de toda una comunidad que necesita su plaza, su lugar de encuentro. No vamos a bajar los brazos”, advirtió Otormín.

Mientras tanto, la falta de una respuesta concreta alimenta el descontento y la sensación de abandono en el Barrio Obrero. Los vecinos siguen movilizados, confiando en que la presión social y el apoyo de más ciudadanos pueda finalmente revertir la situación y devolver a la comunidad un espacio que consideran suyo por derecho y por historia.

La historia de la Plaza de Palos es, en el fondo, la historia de un barrio que defiende su identidad y su derecho a contar con un espacio público digno. Para los vecinos, la plaza no es solo un terreno, sino el corazón vivo del barrio que esperan volver a ver lleno de niños jugando, familias compartiendo y vecinos encontrándose.

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