Grupos de teatro independiente de Paysandú denuncian que las condiciones económicas actuales les impiden llevar sus obras a escena. Altos costos de alquiler, exigencias administrativas y restricciones para cobrar entrada ponen en riesgo la continuidad de su actividad. Buscan reunirse con diputados locales para encontrar soluciones.
Cultura 16 de junio de 2025
Jean Pierre DutraLos grupos de teatro independiente de Paysandú, entre ellos el Grupo Destino Final liderado por Aída Cocchiararo, han comenzado a coordinar reuniones con los diputados del departamento para expresar una creciente preocupación: las condiciones económicas actuales les impiden poner en escena sus obras. La falta de apoyo institucional, sumada a una serie de exigencias económicas, hace que el trabajo artístico se vuelva cada vez más inviable para estos colectivos culturales.
Uno de los principales reclamos tiene que ver con el acceso a los espacios escénicos. Según Cocchiararo, el emblemático Teatro Florencio Sánchez, considerado patrimonio cultural de la ciudad, se ha vuelto inaccesible para los grupos independientes debido al alto costo de alquiler. "Nos cobran un alquiler que llega a los 49.000 o 50.000 pesos, lo cual es absolutamente imposible de pagar para nosotros que apenas contamos con recursos", señaló la actriz y gestora cultural.
El problema no se limita solo al Teatro Florencio Sánchez. Otros espacios, como el Centro Cultural Gobbi, también implican un desembolso económico importante, con un alquiler estimado en 13.000 pesos. Estas cifras, aunque puedan parecer menores en otros contextos, resultan abrumadoras para colectivos autogestionados, que en muchos casos dependen de la colaboración voluntaria de sus integrantes y no cuentan con financiamiento externo.
Cocchiararo explicó que, hasta hace unos años, estos espacios eran cedidos sin costo a los grupos locales. Sin embargo, desde el año pasado, las autoridades municipales comenzaron a aplicar un criterio de cobro por uso. Esta nueva política ha dejado prácticamente sin opciones a los grupos de teatro independiente. "Antes podíamos hacer obras en el Florencio o en el Gobbi sin pagar, pero eso cambió. Y el único escenario que quedaba sin costo, el auditorio Miguel Ángel Pías, ahora no permite cobrar entrada", explicó.
Esa última medida representa un obstáculo adicional. El hecho de no poder cobrar entrada impide que los grupos recuperen siquiera una parte de los costos de producción. "Se nos complica aún más, porque no podemos cubrir ni los gastos básicos", afirmó Cocchiararo.
A esto se suma la exigencia de catalogar las obras ante el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), lo cual es un trámite obligatorio y con sentido —ya que permite determinar si las funciones son aptas para menores—, pero que también implica un costo. "Por la última obra, en mayo, me cobraron 1.365 pesos. Puede parecer poco, pero cuando no tenés ingresos, todo suma", aseguró.
El proceso de montar una obra implica además otros gastos fijos. Uno de ellos es el pago a la sociedad de gestión de derechos de autor (GADU). "Aunque no vendas ni una entrada, si hiciste el espectáculo, tenés que pagar igual. En la última función nos cobraron 1.445 pesos", detalló Cocchiararo. Este tipo de condiciones vuelve aún más complejo el panorama para quienes, desde la independencia y la autogestión, intentan mantener viva la actividad teatral.
Otro punto que generó críticas fue el cobro por parte de Bomberos para habilitar los espectáculos. Según relató Cocchiararo, cuando solicitaron la habilitación en el marco de la regional de teatro, se les exigió el pago de unos 5.000 pesos. “No lo pagamos. Por eso no cobramos entrada. Pero es ridículo: si cobrás entrada, tenés que pagar y hay un bombero. Si no cobrás entrada, no pagás, pero igual hacés la función sin bombero. ¿Entonces qué cambia? ¿Que haya público pagando hace que el riesgo de incendio sea mayor?”, cuestionó.
Ante este escenario, los grupos de teatro independiente de Paysandú están impulsando una ronda de reuniones con representantes políticos. Buscan abrir el diálogo para encontrar soluciones viables que les permitan continuar su labor artística y cultural. “No estamos pidiendo privilegios, solo condiciones mínimas para poder trabajar. El teatro independiente no debería ser un lujo ni un sacrificio personal permanente”, concluyó Cocchiararo.
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