Crisis en la industria panificadora: menos producción, más despidos y una realidad que preocupa

La Confederación de Sindicatos Industriales encendió la alarma sobre la difícil situación que atraviesa la industria panificadora en todo el país. En diálogo con Somos de Acá, los dirigentes Luis Echavarría y Viviana Sosa explicaron cómo diversos factores han afectado de forma directa a la producción, el empleo y la estabilidad de muchas empresas del sector.

Según relataron, la pandemia fue el primer golpe fuerte que sufrió la industria. Durante los meses de confinamiento, muchas familias comenzaron a cocinar más en casa, lo que redujo considerablemente el consumo de productos panificados elaborados industrialmente. A esto se sumó luego la crisis internacional generada por la guerra en Ucrania, que impactó directamente en el precio de los insumos básicos, como la harina.

La tormenta perfecta para un sector clave

“Con la pandemia, mucha gente optó por hacer sus cosas en casa, y eso afectó directamente las ventas. Cuando parecía que íbamos a recuperarnos, vino la guerra, y el precio de la harina subió de manera impresionante. No se podía trasladar ese aumento al consumidor, y eso dejó a muchas empresas sin margen para operar”, explicó Luis Echavarría.

El dirigente también señaló que otro factor que desequilibró el mercado fue la compra de Pagnifique por parte de la multinacional Bimbo, lo que generó una concentración económica que, según denunciaron en su momento, afectaría negativamente tanto a la competencia como al empleo. “Advertimos que eso iba a crear un monopolio, y así fue. Muchas empresas que no se unieron a nosotros para resistir esa fusión hoy están perdiendo hasta el 30% del mercado”, lamentó.

Cierres, reestructuras y pérdida de empleos

Las consecuencias de este nuevo panorama no tardaron en llegar. Varias panaderías artesanales, medianas empresas y talleres industriales se vieron obligados a cerrar o reducir su actividad.

Un caso concreto es el de la reconocida panadería La Villanesa, de Montevideo, que llegó a tener ocho sucursales y casi 100 trabajadores. “Tuvieron que cerrar cinco locales y reestructurar toda su operativa. Es un ejemplo claro de cómo esta realidad golpea incluso a empresas sólidas”, expresó Viviana Sosa, también integrante de la Confederación de Sindicatos Industriales.

Aunque el sector de la alimentación en general ha mantenido cierto nivel de actividad, la tendencia a la automatización también ha reducido la necesidad de personal, lo que se traduce en menos oportunidades de empleo directo.

Desafíos adicionales: automatización y competencia externa

La robotización y las tecnologías aplicadas a los procesos industriales, si bien pueden significar avances en eficiencia, también generan una reducción de puestos de trabajo, especialmente en sectores tradicionalmente intensivos en mano de obra, como la panificación.

A eso se suma la presión constante de los bajos costos de países vecinos como Brasil y Argentina, que compiten con precios muy por debajo del mercado nacional, dificultando aún más la subsistencia de productores locales.

“Hoy la industria está decayendo poco a poco. Nosotros seguimos peleando por más fuentes de trabajo, pero es una lucha constante, no solo contra el contexto económico, sino también contra un modelo de producción que tiende a reemplazar personas por máquinas”, dijo Echavarría.

Una realidad que exige respuestas

Desde la Confederación de Sindicatos Industriales insisten en que es urgente que el Estado, el sistema político y las cámaras empresariales tomen conciencia de la situación que vive el sector. Reclaman políticas de protección al empleo, medidas contra la concentración económica y apoyo a las pequeñas y medianas empresas que generan trabajo local.

“Necesitamos una mirada más justa y solidaria. Si no defendemos las fuentes de trabajo ahora, dentro de unos años vamos a tener una industria sin trabajadores”, advirtieron.

El sindicato sigue firme

A pesar de la adversidad, los representantes sindicales afirman que continuarán luchando por los derechos de los trabajadores, promoviendo espacios de diálogo y resistencia frente a un modelo económico que, aseguran, “pone las ganancias por encima de la gente”.

“Sabemos que no es fácil. Pero estamos convencidos de que vale la pena seguir dando la pelea, por los empleos, por las familias, y por el futuro de la industria nacional”, concluyó Sosa.