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En Paysandú, más de 300 personas viven con VIH y reciben seguimiento médico regular. Gracias a los tratamientos actuales, muchas llevan una vida plena, con salud, pareja e hijos sin transmitir el virus. Sin embargo, las vulnerabilidades sociales siguen siendo un obstáculo para lograr la continuidad del tratamiento en todos los casos.
Actualidad30 de julio de 2025En Paysandú, más de 300 personas conviven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), y se estima que el número real supera las 400. Así lo informó Germán Echenique en una charla sobre prevención realizada en la Casa de la Universidad, donde compartió datos actualizados sobre la situación local y los desafíos que aún persisten.
Del total de personas en seguimiento, unas 300 a 340 reciben controles médicos cada seis meses. Sin embargo, muchos pacientes se pierden del sistema de atención debido a factores de vulnerabilidad como la falta de acceso al transporte, problemas alimentarios, uso de drogas o dificultades laborales. Estas condiciones influyen negativamente en la continuidad del tratamiento y en los resultados de salud.
Uno de los objetivos principales del tratamiento es lograr la indetectabilidad del virus en sangre. Esto significa que, gracias a los medicamentos actuales, el VIH puede mantenerse en niveles tan bajos que no se transmite a otras personas y permite llevar una vida saludable. “Podemos lograr que ese paciente no tenga virus circulante en su sangre, por lo tanto no transmita y goce de buena salud”, destacó Echenique.
A pesar de los avances médicos, no todos los pacientes logran adherirse al tratamiento de forma constante. La falta de continuidad impacta directamente en la salud de los afectados y en la prevención de nuevos contagios. “Perdemos pacientes por otras vulnerabilidades. No todos llegan a esos valores de indetectabilidad”, explicó el especialista.
Una noticia esperanzadora es la situación de al menos 25 mujeres que viven con VIH y han tenido hijos sin contagiar a sus bebés ni a sus parejas. Esto es posible gracias a un seguimiento médico adecuado y al cumplimiento del tratamiento. “Eso es lo bueno y lo alentador de esta terapia”, subrayó Echenique.
Además, las personas que viven con VIH acceden a controles médicos frecuentes, lo que permite detectar y tratar a tiempo otras condiciones clínicas como colesterol alto, diabetes o problemas renales. “El médico los ve cada seis meses y les pide estudios más completos que a un paciente común”, agregó.
El mensaje es claro: una persona con VIH puede vivir con buena salud, formar una familia y evitar la transmisión si sigue correctamente el tratamiento. El desafío actual está en mejorar el acceso, fortalecer el acompañamiento y reducir las barreras que dificultan la adherencia.
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